Lasitud
Ya empezamos:
Que si escenitas amorosas en mitad de la calle
donde los señores grises se carcajeen al trasluz de los hígados.
Que si me aprisionas entre tus redes de araña marchita
-redes débiles, inmaduras, angostas-
estrechas como las vaginas de nuestras dicciones malditas.
Que si un día más, me suplicas, un día más.
No sé por qué te piensas que somos una película de Bergman
si el blanco y negro nunca fue lo tuyo
si la persistencia retiniana no tiene cabida en tu ceguera absurda.
Me pregunto qué vendrá después de ti.
¿otra lluvia de insultos para apuñalarme en público?
¿otra cena narcotizada para llevarme a la cama?
Abandono la ignominia de tus tejidos suburbiales.
Ya viví bajo tierra una vida secreta,
el olor a cloaca cosido a la ropa
y me quedan rúbricas nauseabundas
atascadas en las uñas.
He vuelto a enfriarme las alas
hasta la sublimación inversa.
Lo necesario para no poder alzar más el vuelo.
Lo justo para que no me supliques
que te enseñe a rozar el éxtasis del cosmos.
*
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