El alma tiene sus escrúpulos. Cosas que no pueden decirse.
Seamus Heaney
Escribir era dejarse los cuadernos semi-abiertos, asomando la desgracia que no llegaba nunca. Escribir eran ojeras, arañazos en la cara, la carne solapando a la palabra. Nunca llegaba el sueño. Y el pulso regocijándose mamífero.
Traduciendo la música y la luz –el silencio matemático me cohíbe- pero no desde la reflexión, traduciendo desde la inexperiencia del velocista.
El final es indecible, nunca sé nombrar a las personas, movimientos reciclados sobre la ciudad que me rehúye.
*
11 comentarios:
Escribes, nuevamente.
Hola! Las fotografías quizás sepa de donde son, las palabras son tuyas.L.
qué belleza...
Coincido: cuánta belleza! qué sabor delicado tienen aquí las letras ~
Un beso o 2 #
Vivir, rehuir, chocarse con.
Besos!
:)
Indecible?...
nunca sé nombrar a las personas....
movimientos circulares por la ciudad, rebotando de unas esquinas a otras. movimientos reciclados también, hechos mil veces
Actualiza que estás muy perdida.
me gusta lo que dicen las palabras,
me gusta la luz ladina de los perfiles, los brillos, en las imágenes
y estoy de acuerdo con Heaney y esa clase de silencios
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