martes, 11 de marzo de 2008

Douce comme l'eau


La felicidad es algo tan inasible
como el desencanto de tu extinción.

Me asomo a la ventana
y no creo que exista ciudad más titánica que ésta.
Las calles me enseñaron a ser un anzuelo
de aquellos animales que aún jadeaban
sin podrirse.
De los pájaros aprendí a ser como ellos.
De los dadaístas, a tartamudear fotografías
de cintura para arriba.
Yo he visto la sangre y la vida
He crecido entre langostas, muerto con pelusas en los párpados.
He sido el vecino de sesenta años
que lloriquea sentado en el portal.
Y he parido una constelación de arquetipos
con los que construirme un hogar.

No, no estoy solo
(se suele decir)
No, esto no es un lujo
sino una necesidad.

*

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