Yo tenía un amor de tacto y un amor de palabras y además otros amores periféricos.
No me era posible concentrarme en uno solo.
Laia López Manrique
El cuerpo era una escisión: mis manos medían el tiempo en forma de idiosincrasia.
El cuerpo confirmaba la avenida de ritmos líquidos acelerando la cadencia de los pasos.
Mis pies tacitas de agua a toda velocidad bajando
las escaleras de cristal del palacio de cristal.
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